domingo, 11 de octubre de 2009

MÁRCHATE

Saliendo del bar de la pereza y la desilusión, camino con las voces de un tumulto de gente palpitante. Pasos acelerados que atraviesan la ciudad encendida de luces y risas. El saxofón resuena de fondo y un grito ronco busca detenerme.
Ya no gasto horas en pensarte.
Ya se desvaneció esa mirada intransigente, que descubría cada rincón que no me molestaba en despejar.
Cuando terminas de dejarme, ya no queda nada que hacer, nada que pensar.
La simplicidad de la huída resulta la vía apropiada.
La mente y el corazón ya no me traicionan, ahora no quieren verte de nuevo.
El tiempo se acaba, tu voz se apaga, y como ya nada es lo que era, nada queda.
El cielo parece agrandarse a cada suspiro. Pienso y no pienso.
Un impulso me hace levantarme, es tu voz que me ha seguido, que no quiere dejarme, que sigue penando arrepentida, que no asume su derrota.

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