domingo, 14 de diciembre de 2008

ESPERA

Las horas, ahora, solo son viejas y tristes dagas que rasgan las esperanzas de que tú vuelvas algún día a tocar mi ventana como cada viernes, para dejarme oír las notas de colores y rayos de luces que tus ojos desprendían sin avaricia solo para que mi boca riera y matara la impaciencia de pronunciar tu nombre otra vez. La escalera se trasformaba en ese minuto en cómplice del feliz escape.

Yo solo rogaba que el camino se prolongara a cada paso que nuestros pies descalzos daban en la tierra ahogada por hojas secas, cuyos colores rojizos se mezclaban con el de mi boca recién pintada por los frutos que tú comías.
Tu mano atada a la mía. El viento que nos rodeaba. Ese olor a tierra mojada. Mi corazón alborotado. Las sonrisas. Tú sonrisa.

En la noche volvíamos a mi casa, decepcionados de que el día solo tuviera 24 horas. La escalera recibía mis pies embarrados y luego los tuyos. Un beso nos ahorraba las terribles palabras de la despedida. Luego sentía tu boca en mi frente y te ibas. Pero el último viernes fui yo quien se fue.

Son las 2 de la mañana, y el recuerdo de esos días felices crean en mí una sonrisa sincera y unas ojeras violeta profundo. Mi vestido cargado de tu olor reposa en la silla. Tus pies siguen tatuados con barro en el piso. La escalera ya no está.
Mis lágrimas brotan otra vez. Pierdo el control. Sólo quiero que tus manos vuelvan a tocar mi ventana. Pero ambos sabemos que no es posible. Basta de llorar. Ya me voy. Pero no llores más. Nos veremos de nuevo en un tiempito y volveremos a vivir.

2 comentarios:

  1. Un placer saludarte y una obligación agradecerte tu previa visita. Sigue así. Escribir es algo que enriquece.

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  2. "Mi vestido cargado de tu olor reposa en la silla", notable, profundo y de una melancolia...wow!
    felicidades, me gustó lo que escribiste.
    gracias por pasarte por los relatos del YO y gracias por la recomendación...
    te sigo! y espero sigamos leyendonos!

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